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Bajar piñas es una labor arriesgada y dura. Hay pinos muy altos y difíciles
de subir. Los piñeros antiguos siempre recordaban dos. Uno, llamado el Pino del
Señorito, situado en Castrejón, que fue derribado por un vendaval en diciembre
de 1982, llegó a dar hasta unas quince cargas, casi cuatro mil piñas. El otro
se alza junto a la ermita de Sacedón y es conocido como el Pino de la Virgen.
No todos los piñeros se atreven a bajarlo: quien se queda con las piñas de la
Virgen, lo baja... si tiene salero. Otro peligro acechaba a los piñeros: los
nidos de la oruga procesionaria del pino, que dicen atacaba a unos más que a
otros, sobre todo cuando les caía en los ojos o les causaba grandes ronchas
en la cara.
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Demetrio Sanz Andrés |
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