DON JUSTI

El día 20 del pasado agosto falleció en Valladolid Don Justiniano Bermejo Valencia. Para varias generaciones de pedrajeros era D. Justi, ese maestro flaco, de viva mirada, cejas pobladas y negro bigote, de ademán severo y porte distinguido.

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Vino a Pedrajas siendo muy joven, aquí se casó, tuvo una numerosa familia y vivió permanentemente durante 40 años; ya mayor, se trasladó a Valladolid donde aún ejerció su profesión unos cuantos años más. Entonces los maestros se jubilaban a los 70 años.

Es significativo que vaya a morir D. Justi cuando está a punto de inaugurarse el Instituto de Enseñanza Secundaria, un viejo sueño al que él no fue ajeno y que ha permanecido en Pedrajas soterrado bajo la dinámica de dos poblaciones cercanas como son Íscar y Olmedo. Porque él representa mejor que ninguna otra persona la evolución escolar de nuestro municipio durante buena parte del siglo XX. En el periodo de 40 años aproximadamente, Pedrajas pasó de cuatro unidades, dos para niñas y otras dos para niños, todas en régimen de unitarias, al hermoso Colegio Público "Virgen de Sacedón", con el que cuenta hoy.

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Don Justi comenzó su andadura en la pequeña escuela unitaria, situada en los bajos del Ayuntamiento (en el lugar que ocupó después la Biblioteca); a ella asistían la mitad de los niños varones del pueblo comprendidos entre los 6 y los 14 años. La otra mitad pertenecían a D. Antonio Rosa. Pasó después a las escuelas de los Patios. El centro se llamaba "José Antonio Girón", se amplió la plantilla de cuatro a seis maestros/as, las aulas se hicieron graduadas y se crearon dos unidades de párvulos. En los años 60 Pedrajas volvió a necesitar una ampliación escolar; se edificaron las escuelas nuevas (hoy Escuelas Infantiles) y la plantilla se amplió a 12 maestros.

Representaba también la autoridad dentro y fuera de la escuela: cuando los niños veíamos a los maestros, nos acercábamos a ellos, nos cuadrábamos respetuosamente y les saludábamos "buenos días tenga Vd.". También para nuestros padres eran la autoridad y D. Justi supo mantener una relación constante con ellos para recabar su colaboración, para orientarles sobre sus hijos o para aconsejarles en cuestiones escolares y no escolares.

D. Justi perteneció a un tipo de maestro ya extinguido, maestro de una sola pieza, situado en el pueblo como elemento fundamental de su engranaje; elemento culturizador de primer orden, ejerció multitud de funciones, indispensables en una sociedad muy escasa de recursos materiales y alto grado de analfabetismo.

El maestro era un referente al que acudir para dirigirnos a las instituciones oficiales, para que nos ayudara a interpretar los escasos, pero arduos papeles oficiales, para que nos escribiera una carta o para las mil cosas prácticas de la vida. Así, fuera de la escuela ocupó el cargo de secretario de la Hermandad de Labradores, era responsable del Instituto de Previsión, encargado de pagar el subsidio familiar, de llevar las cuentas de las incipientes empresas existentes, etc.

Pero la labor más destacada la desarrolló, como no podía ser de otra manera, en la escuela. D. Justi fue un maestro de la vieja escuela: de pupitres de a dos, con asientos abatibles y bancos corridos para los más pequeños; de tintero para los trabajos a limpio; de cabás de madera, pizarra y pizarrín. Por todo material didáctico una enciclopedia para todas las materias, y durante toda la escolarización, varias láminas ilustradas de Historia Sagrada y unos cuantos mapas. En una pequeña alacena cabría todo el material escolar.

Sus clases numerosísimas, solo chicos, varias edades en una misma clase y un absentismo enorme. Por regla general, la asistencia a clase dependía de la estación del año y del tiempo que hiciera. El mantenimiento de la disciplina era imprescindible, así, tenía vara y la empleaba de vez en cuando, pero en sus clases reinaba un ambiente de laboriosidad y de esfuerzo intensos.

¿Cómo se las arreglaba para que a su tiempo todos recibieran atención del maestro y que en cada momento todos y cada uno tuviera tarea? Cuántas veces, ya de maestra, me hubiera gustado conocer el secreto para poderlo aplicar. Estoy segura de que en sus clases existía el trabajo cooperativo, donde los mayores tutelaban y ayudaban a los pequeños, a la vez que realizaban su propia tarea.

Eran famosas las justas del SABER que celebraba entre equipos de "romanos" y "cartagineses", en competencia sana de estimulo y acicate. Ya en las escuelas de los Patios, los chicos resolvían problemas de geometría sobre el terreno y organizaba en los recreos campeonatos de salto, carrera o juegos de equipos, siempre atento al desarrollo integral de sus alumnos. Y con todos esos elementos didácticos y educativos, y sobreponiéndose a las dificultades propias de la época, supo levantar generaciones de chicos capaces y bien formados.

En otro orden, son de destacar las clases de adultos en las noches de invierno, donde aprendían los mozalbetes que habían dejado la escuela antes de tiempo, o los que asistían muy poquito a ella porque se veían obligados a trabajar desde edades muy tempranas. ¡Cuántos chicos, hoy hombres, aprendieron todo lo que saben por este procedimiento!

Cuando las circunstancias fueron cambiando, se readaptó y emprendió la tarea de preparar a algunos de nosotros para bachillerato. Recuerdo a José Antonio Vela, hoy fallecido, y a Carlos Arranz (Charly), pioneros en esta liza. También estuvo, como no podía ser de otra manera, en la creación de la Academia y en ella impartió clases. Yo le agradeceré eternamente el que me preparara los primeros cursos de bachillerato.

El fenómeno Don Justi no se puede explicar solamente desde la necesidad de ganar dinero, ya que el sueldo, como sabemos, era escaso. Don Justi era un hombre de vocación, le gustaba la enseñanza y muy especialmente se sabía un recurso formativo de primer orden dentro de la comunidad que no se podía desaprovechar y ejerció en él con generosidad sin límites.

Algunos de los que lean estas líneas recordarán su disciplina férrea, pero también guardarán en su corazón todo el ejemplo de rectitud, amor al trabajo bien hecho y espíritu de entrega que supo transmitir.

Vaya mi reconocimiento y gratitud al MAESTRO. Descanse en paz Don Justi.

Pedrajas de San Esteban, 3 de septiembre de 2007.

Teresa González Lozano.

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