FRANCISCO MATE
RUPÉREZ
Francisco Mate Rupérez nació en
Pedrajas de San Esteban en el año 1932. Catedrático de
Filosofía de Bachillerato, inició su actividad docente
aquí, en Pedrajas de San Esteban, en el año 1958 en
una academia municipal. En el 1968 comenzó su actividad
artística bajo la dirección de Nicolás Solana,
actividad que fue abandonando por exigencias de la
docencia, para recuperarla en el año 1996.

Ha realizado dos exposiciones
colectivas en el Instituto de Bachillerato
"Bergidum Flavium"de Cacabelos (León) y,
asimismo, y de modo individual, en el Salón de
Exposiciones del Ayuntamiento de dicha localidad.
Seleccionado en el 2004 en el Concurso de Pintura
Rápida de San Andrés de Rabanedo (León ).

LA VIDA DE LA
TIERRA
Una pintura no es una fotografía. El
artista interpreta con su genio lo que se muestra a todo
el mundo, buscando lados inéditos, aspectos ocultos que
desvelan mejor que el objetivo de la cámara
fotográfica lo que las cosas son.

Francisco Mate pinta sobre todo
paisajes, paisajes antiguos como los castellanos o
bercianos, en los que el tiempo ha dejado huellas
invisibles. Sus pinceladas, enérgicas y eficaces, sacan
a flote la historia oculta de esos caminos, o terrenos,
o molinos, o ríos... para enriquecer la mirada de los
que ahora pasan o miran con las historias que han dejado
los que nos precedieron. Sus casas quieren atrapar el
tiempo que las ha visitado, así como sus paisajes
quieren devolver a lospinos, a los viñedos o a los
rastrojos la vida de quienes un día los vivieron. Sus
trazos, que tienen un toque impresionista, hurgan en la
materia para extraer de ella lo que tiene de historia
vivida.

Sus argumentos son los pinceles, es
decir, las formas y los colores. Relativamente fiel en
las formas, es poco convencional en los colores. El
pálido rojizo de las Médulas de El Bierzo se convierte
en sus telas en un rojo poderoso como si el oro que un
días tuvo en sus entrañas se hubiera metabolizado en
sangre, sangre rojiza envuelta en oscuridad y
luminosidad que convierte al cuadro en una lección de
historia.

Pedrajas, un pueblo sin perfiles
pictóricos ni monumentos reseñables, cobra bajo su
mirada la belleza de un espacio habitado que da vida y
color a lo que a primera vista no lo tiene: los pinos
hablan, los caminos se duelen con los pasos del
caminante, los rastrojos transpiran los afanes del
segador y el monte se recuesta para proteger los sueños
de muchas miradas.

Estamos ante una pintura madura, de
largo recorrido, que merece ser conocida y
disfrutada.Reyes Mate.
