¡Vigilad vuestras cosechas
campesinos, campesinos!
Anda diciendo la gente
que unos cuantos atrevidos
quieren quitaros, de pronto,
el valor de vuestros trigos.
Querrán bajaros los precios
de la patata y del vino,
de la dulce remolacha,
la zanahoria y el lino.
Pero, nunca robaros podrán
el amor por vuestro oficio.
Vais preparando la tierra,
como el pájaro su nido,
con la mágica esperanza
de ver crecer los cultivos.
Cuando vuestras plantas sufren, sufrís.
Disfrutáis de su buen ritmo,
y os esforzáis en cuidarlas
como la madre a su niño.
Empuñáis un gran valor
contra el hielo y los granizos,
contra la fuerte sequía
y las torrenciales lluvias,
soportando, con paciencia,
los calores y los fríos.
¡Hacéis del trabajar un arte!
Como un juego científico
miráis la tierra y el cielo,
buscando, con muy buen juicio,
la fórmula que os permita
rendir en vuestros cultivos.
Sois, además, mecánicos,
casi, casi hasta químicos,
y también sois comerciantes
que labráis vuestro destino.
Si alguien hurtaros quisiera
el amor por vuestro oficio,
debería saber entonces,
¡que los fuertes campesinos
sabréis manteneros firmes
hasta el último suspiro!
¡¡ Nadie podrá doblegaros,
aunque aquellos fuesen ricos
y gozaran del apoyo
del mismísimo ministro!!