La celebración del I Centenario de la fundación de El
Adelantado de Segovia ha hecho que nos acercáramos hasta la villa pinariega
de Pedrajas de San Esteban (Valladolid), donde naciera el fundador de nuestro
diario, don Rufino Cano de Rueda, un 29 de febrero de 1868.
Desde Segovia, por Santa María de Nieva y Coca, pasado el último pueblo
segoviano, Villaverde de Íscar, llegamos a Pedrajas. El pueblo se halla situado
en un llano, entre la amplia llanura pinariega y las blancas elevaciones de los
páramos calizos. A un lado y otro, dos villas llenas de historia: Olmedo e Íscar.
A finales del siglo XI nace el actual pueblo de Pedrajas, como lugar
perteneciente a la Comunidad de Villa y Tierra de Íscar, cuya repoblación
tradicionalmente ha sido atribuida a Álvar Fáñez de Minaya. En 1371 Pedrajas
y los restantes pueblos de Villa y Tierra fueron donados por el rey Enrique II a
don Juan González de Avellaneda. A mediados del siglo XV, por casamiento de doña
Aldonza de Avellaneda con don Diego López de Zúñiga, se integraron en el señorío
de los Condes de Miranda del Castañar, al que pertenecieron hasta la supresión
del régimen señorial en el siglo XIX.
Hito fundamental en la historia de Pedrajas es la concesión del
Privilegio de Villazgo por el rey Felipe V en el año 1732. Esta merced le
supuso liberarse de la jurisdicción de Íscar y poder denominarse a partir de
entonces villa de Las Pedrajas de San Esteban, en honor de su santo patrón.
Hasta el año 1833, en que se estableció la actual división provincial,
Pedrajas perteneció a la provincia de Segovia. Fue una de las muchas villas y
lugares arrancadas a Segovia y anexionadas a provincias limítrofes. Tantos
siglos siendo segoviana ha dejado profunda huella en su cultura popular.
A lo largo de los tiempos los pedrajeros se han ocupado con esmero en
trabajos relacionados con el medio físico que les rodeaba: el cultivo de los
campos, la extracción de yeso, la fabricación de puertas, ventanas o trillos y
la elaboración del piñón. La tradicional dedicación a esta labor,
transmitida de generación en generación, ha hecho de Pedrajas el pueblo piñonero
de España por excelencia.
A unos tres kilómetros de la población, a orillas del Eresma, entre
pinares, se halla la ermita de Nuestra Señora de Sacedón, patrona de Pedrajas,
en cuyo honor se celebra desde tiempo inmemorial una romería el lunes de Pascua
de Resurrección.
LA FAMILIA DE DON RUFINO
Nació don Rufino, como hemos dicho, el
29 de febrero de 1868, año bisiesto, por lo tanto. Fueron sus padres don Julián
Cano y Cano y doña Manuela de Rueda Campesino. Nada más nacer, como se temiera
por su vida, fue bautizadode
socorro por su tío don José Cano y Cano, licenciado en medicina y cirugía,
médico titular de Pedrajas. Una semana después, el 8 de marzo, volvió a
recibir el sacramento del bautismo, ya en la iglesia del pueblo, siendo padrino
don Ramón Bocos Quijada y Alaiza, marido de su tía doña Candelas Cano y Cano.
Procedían los Cano
de Castrillo de Duero (Valladolid), junto a Peñafiel, cuna del famoso
guerrillero Juan Martín Díaz, el
Empecinado. Su llegada a Pedrajas se debe, casi con toda probabilidad, a que
allí habían fijado su residencia los ya citados don Ramón Bocos y doña
Candelas Cano, al heredar el coto redondo de Castrejón, a orillas del Eresma,
en el término de Villaverde de Íscar (Segovia).
Doña
Manuela, la madre de Rufino, era hija de don Demetrio de Rueda Lorenzo, natural
de Pozaldez (Valladolid), casado en Pedrajas con doña Petra Campesino, hija de
don Francisco Campesino, natural de Villanueva del Campo (Zamora), que llegó a
Pedrajas como escribano del Ayuntamiento. Pertenecían los Rueda a una de las
familias hidalgas más importantes de la Tierra de Medina del Campo.
Es tradición en
Pedrajas que los padres de don Rufino, por andar mal de dinero, tuvieron que vender parte de la casa
familiar, situada en la calle Real Nueva, a sus vecinos y familiares los Bocos,
para poder pagar así los estudios de Derecho de su hijo. La agregación de
parte de una casa a la contigua aún se puede constatar, contemplando ambas
fachadas. Que el motivo de la venta fuera pagar los estudios de su hijo es difícil
de comprobar. De ser cierto, los esfuerzos paternos bien merecieron la pena. Con
el paso de los años Rufino se convirtió en un eminente jurista, al frente de
su bufete profesional en Segovia. Como político, fue senador del reino y
diputado a Cortes en diversas legislaturas, cargos en los que siempre dejó
patente sus excelentes cualidades humanas y de gobierno. Formó siempre, durante
la Monarquía, en el partido conservador, cuya jefatura también ejerció. Don
Rufino Cano fue jefe de Administración de primera clase y se encontraba en
posesión de la Gran Cruz de Isabel la Católica. Ocupó los puestos de
gobernador civil en Zamora, Bilbao y Zaragoza. En Segovia, fue presidente de la
Cámara de Comercio e Industria y decano del Ilustre Colegio de Abogados...Y
además, fundó El Adelantado de Segovia
en el año 1901.
Aunque es probable
que don Rufino dejara pronto Pedrajas para dedicarse a sus estudios, siempre
siguió vinculado a su tierra natal. Estos vínculos se reforzaron al contraer
matrimonio con doña Felisa Lozano Pérez, natural también de Pedrajas. El
pueblo de ambos fue el lugar elegido para la construcción de una casa de campo,
a las afueras de la población, junto a la carretera de Íscar. Siguiendo el
gusto de la época, rodeó la casa de plantaciones de árboles frutales
(manzanos, perales, cerezos, membrillos, almendros...) y vides. En Pedrajas y
pueblos de alrededor gozaban de merecida fama las uvas, manzanas y membrillos
del Majuelo de don Rufino, que los
criados vendían por las casas. El nombre oficial era finca La Manteca, como aún puede leerse en la puerta de entrada.
Dicen que el llamarla de esta manera se debió a que en esa tierra se criaban
excelentes garbanzos, suaves al paladar como la manteca. A esta finca vinieron a
veranear don Rufino y su familia durante muchos años, acompañados del servicio
doméstico que tenían en Segovia. Mientras permanecían en Pedrajas recibían
por correo El Adelantado de Segovia.
No era el único ejemplar que llegaba al pueblo. Lo recibía también, por
ejemplo, un hermano de la mujer de don Rufino, llamado Anastasio, soltero y ya
mayor, que vivía en la calle Real Nueva. A este señor, como era cojo, le
llamaban en el pueblo el Cojo de la calle
Real. Anastasio acostumbraba sentarse al sol a las traseras de su casa, a
leer las noticias que traía El
Adelantado. Como leía el periódico en voz alta, era mucha la gente, sobre
todo chicos, los que se paraban a escucharlo. Acababa de finalizar la Guerra, y
conocer las noticias diarias sólo estaba al alcance de unas pocas personas.
Finca "La Manteca"
Son muchas las familias, de Pedrajas o forasteras, que pasaron parte de
su vida en La Manteca, dedicadas al cuidado de los frutales y las viñas. Los últimos
han sido el señor Isidro López y la señora Balbina Barbero, en estos momentos
el matrimonio más anciano de Pedrajas. Son ellos quienes mejor mantienen vivo
en su memoria el recuerdo de la familia Cano, cuyos miembros dejaron de acudir a
Pedrajas en torno al año 1974, después de haber vendido el majuelo de su
antepasado don Rufino.