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FUNCIONES RELIGIOSAS: LAS COFRADÍAS
En la villa de Pedrajas de San Esteban se conmemoraba desde épocas
remotas la invención o hallazgo de las reliquias de San Esteban Protomártir, a
quien está dedicada su iglesia. Constan en los libros de cuentas parroquiales
los gastos hechos con el predicador que venía a glosar la vida del Patrón y
con los músicos que solemnizaban la procesión tocando
las chirimías, una especie de clarinete de madera, de diez agujeros.
Quizás la fiesta más entrañable para los pedrajeros fuera, como ahora,
acudir en romería ante la imagen de Santa María de Sacedón, venerada en su
ermita a orillas del Eresma. Una romería semejante en esencia a la actual, con
misa, comida entre pinos y retamas, danzas procesionales ante la Virgen y salve
del "ruega por nos", con
vivas a la Virgen y al Niño Chiquitín, "que
tiene cara de perillo".
A lo largo del año las numerosas cofradías de Pedrajas iban celebrando
las fiestas de sus santos patrones. La dedicada a San Agustín era la de mayor
importancia. A ella se habían unido en tiempos pasados las cofradías de San
Sebastián y Santa Ana. De la primera heredó un antiguo hospital donde se recogían
y eran atendidos los pobres y enfermos transeúntes.
De la segunda una sencilla
ermita de piedra, sita extramuros del pueblo, donde hoy está edificada la Clínica
Municipal. Como en toda España, la Cofradía del Santísimo Sacramento era de
las más distinguidas. Celebraba sus fiestas el día de Corpus Christi con
vistosas procesiones por calles engalanadas con enramadas de árboles de la
ribera, en las que bailaban danzantes ataviados con vistosos trajes adornados de
cascabeles y cintas de colores.
Otras cofradías fundadas en Pedrajas estaban dedicadas a las Benditas
Animas del Purgatorio, Vera Cruz, Santa Águeda, Rosario y Dulce Nombre de Jesús.
Todas ellas unían en sus funciones los actos religiosos [vísperas, misas y
procesiones] con aspectos profanos [danzas, comidas y colaciones].
La regla de la Hermandad de Pastores de Villa y Tierra de Íscar, fundada
en Pedrajas el día 5 de mayo de 1748, disponía que en cada una de las dos
funciones anuales, primer domingo de mayo y un domingo de noviembre, se diera
una comida a todos los hermanos que asistieran a encomendar a Dios a las
Benditas Animas del Purgatorio, pagándose el gasto del caudal de la cofradía,
si hubiera dineros. Si no, aportando cada cofrade un real para ayuda del gasto.
Los oficiales de la cofradía habrían de estar "a la observancia del modo y compostura que deben tener los
hermanos mientras durare la comida, sin que se descompongan en acciones ni
palabras, encomendando a Dios a los difuntos a la conclusión de la mesa".
Habituales en todas las cofradías eran las colaciones o refrescos, pequeños
convites de diferentes productos según la época del año, acompañados siempre
de abundante vino. En las fiestas de otoño e invierno, por San Sebastián, eran
habituales las castañas, acompañadas a veces de obleas. Por Pascua de
Resurrección se comían higos, bollos, rosquillas o panecillos con anises.
Avanzado el verano se gastaban frutas diversas, como peras y ciruelas.
Los Visitadores del obispado de Segovia siempre procuraron que las cofradías
no se excedieran en gastos de comidas y refrescos. Durante el siglo XVIII fueron
continuas y generales las advertencias sobre excesos en tales gastos. Los
cofrades se mostraban reacios a modificar sus costumbres, afirmando que comidas
y colaciones suponían un gran estímulo para que las gentes entraran a formar
parte de una cofradía. Como continuaron excediéndose en los gastos, el
Obispado llegó al extremo de prohibirlas totalmente. Sin embargo, las cofradías
siguieron ofreciéndolas, procurando encubrir sus gastos bajo otros conceptos.
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PASADOS"