Foto J & J Audiovisuales - Pedrajas |
Señor
Alcalde, autoridades provinciales, regionales y nacionales, concejalas y
concejales, reinas de las fiestas 2001 y reinas de las fiestas 2002,
pedrajeras y pedrajeros, amigas y amigos, buenas tardes a todos.
Enorme suerte la mía al corresponderme este año pronunciar el
pregón de las fiestas de San Esteban y San Agustín. Con el máximo de
los gozos y la máxima humildad asumo esta enorme responsabilidad.
Pienso que es más difícil ser pregonero en tu tierra que pregonar en
la ajena. Hecha la oferta para ser pregonero y aceptada sin vacilación
alguna, hube de plantearme un argumento o hilo conductor para mi
intervención. Y la vena que con más fuerza ha aflorado ha sido la de
recolectar en un papel todos esos motivos que con regularidad se apiñan
como espigas en el quehacer diario. y, aunque no lo parezca, no me ha
resultado nada fácil.
Dicen que las palabras se las lleva el viento; pero también se
dice que la palabra fue el principio de toda la creación. Yo quiero que
las mías, en esta tarde de agosto, alcancen la fuerza necesaria para
crear amistad y unión. Así lo espero y deseo. Los recuerdos no deben
morir nunca. Es necesario rescatarlos, pues son, en definitiva, el árbol
recio y antiguo de nuestras tradiciones. El poeta Ramón de Campoamor
decía que "vivir es ver pasar", y el prosista Azorín le
corregía más tarde afirmando que "vivir es ver volver".
Personalmente me quedo con el pensamiento del escritor levantino Azorín.
Sí. Poder esperar la vuelta de retazos de nuestra vida, de personas y
paisajes, de costumbres y modos. ¡Ojalá fuera posible el retorno de
otros años!: el re encuentro de ambientes perdidos; la vuelta de aquel
amigo que se perdió; la vuelta a la vieja casa de nuestra infancia; al
primer libro leído; al aula de la escuela; al olor del pan guardado en
el arcón; a la ingenuidad y a la buena fé. Vivir es ver volver.
Afortunadamente en la juventud se retoman valores que hasta hace poco
han sido despreciados. Los jóvenes inclinan su curiosidad hacia un
pasado que les grita en la sangre. Después de una pérdida, desde mi
punto de vista, desmedida, vemos volver inmutables valores y conceptos.
¡Cuántas cosas quisiéramos ver volver!
Como casi todos vosotros y también con vosotros recuerdo aquél
Pedrajas de mi infancia. ¡qué recuerdos que quisiera ver volver! Tuve
la gran suerte de pasar un invierno aquí y asistir a clase en la vieja
escuela, dónde ahora se encuentran la clínica municipal y el hogar
Betania. Es un recuerdo imborrable; don Justi, el maestro; aquellas
escuelas que tenían separados los patios y las aulas en chicos y
chicas; don Victoriano, el cura, serio, fiscalizador e inmutable;
aquellos caces que corrían, más bien poco, pero corrían; el
abrevadero; la rubia de Paco; aquella Plaza Mayor de tierra que nos parecía
enorme cuando jugábamos a "perros y liebres", regada en
ocasiones por el malhumorado, pero noble y bueno, "Emilio el
pregonero". Los inocentes guateques en los que era un reto
arrimarte a una moza; aquellas variopintas tiendas en las que lo mismo
se vendía el bacalao cercenado por aquellas guillotinas escalofriantes,
como el aceite medido a émbolo, alpargatas, puntas o parches para
arreglar los pinchazos de las bicis. Como veis, nada se ha inventado con
las grandes superficies de ahora; esto ya lo habían ideado nuestros
antepasados. Aquellos talegos o cestas con cangrejos del Eresma. Las piñas
asadas al amor de la lumbre baja, fruto del pino, el árbol más antiguo
y significativo de este pueblo, cuyo desarrollo ha dependido en gran
parte de él, del árbol primigenio de Pedrajas.
¡Qué alegría nos producía la aparición en la Plaza Mayor de
los primeros carros con los maderos y tablones para hacer el atalancado
y los "tablaos" y que aprovechábamos para hacer enormes
columpios; el ruedo, el toril, aquellas correderas que cerraban la
plaza. Las excursiones al río, en bici o andando, a nuestro lugar
preferido "el vao". La llegada del verano era para nosotros lo
más grande e importante que nos podía ocurrir porque la época estival
giraba principalmente en torno a Pedrajas. ¡Qué suerte que nuestros
mayores también fueran de aquí! y qué inolvidables veranos. Vivo
abrazado a mis innumerables recuerdos de la infancia y casi todos ellos
de aquí, de esta tierra, de Pedrajas. Mi familia de sangre, mis amigos,
mi gran familia pedrajera. San Agustín, San Esteban y, sobre todo, la
Virgen de Sacedón, fiesta entrañable a la que desgraciadamente, por
circunstancias familiares y profesionales, no siempre puedo asistir¡
pero mi cabeza y mi corazón están aquí. Ese día, lunes de la Pascua
de Resurrección, esté dónde esté, se apoderan de mí los recuerdos,
la nostalgia, las imágenes de mi familia, de mis amigos y de mi tierra.
Todo ello me hacepreguntarme ¿pero qué hago yo aquí si dónde tenía
que estar ahora mismo es en Sacedón?; pero, como digo, las
circunstancias obligan. Eso sí, la salve pedrajera, cada día de Sacedón
es canturreada por este pedrajero esté dónde esté.
Resulta agradable evocar personajes, oficios y paisajes que con
nostalgia quisiéramos ver volver: la figura del herrero en su fragua,
arreglando carros con olor a cereal; el herrador, al que esperaban su
turno las mulas y rucios o garañones aliviados de serones y aguaderas;
el pregonero municipal, anunciando por las esquinas los más importantes
acontecimientos que iban a suceder -hasta incluso el pago de las tasas-,
el esquilador, los yeseros, las carboneras que traían al pueblo en el
otoño el olor a casca quemada, etc. Por todo eso digo que vivir es ver
volver. Muchos recuerdos me dejo, y quiero que cada uno de vosotros
rellenéis este hueco con vuestras propias vivencias.
Año tras año llegaba San Agustín, con la cosecha en el granero, tras
las penurias propias del faenar
agrícola, la siega a hoz y la trilla a trillo, en el que la mujer
castellana tomaba un protagonismo especial porque su reciedumbre la hacían
singularmente valiosa: la crianza de los hijos, atender el hogar, la
atención del ganado, lavar las ropas en el río, cavar la huerta,
labrar las tierras. Todo giraba en torno a ella. Hay un sucedido de la
zona sureste de Castilla la Vieja que da idea del "temple" de
esta sacrificada mujer castellana: un caluroso día de junio, un grupo
de hombres se desplazaba andando a la feria de un pueblo cercano. La
tierra estaba dura y reseca. De pronto vieron a una mujer que araba
trabajosamente en una tierra. Se dijeron entre ellos: -Vamos
a echarle una mano a esta pobre mujer que lo está pasando mal-.
Pero bueno, yo vengo a anunciaros la fiesta, San Esteban y San
Agustín, las celebraciones religiosas en torno a nuestros santos
patronos, el "agua va", los encierros y novilladas, la
madrugadora vaquilla del empiñonado, las dianas y pasacalles (acto
diario de enorme importancia que recomiendo especialmente), las verbenas
y las tradicionales sesiones de café, y llegar al "hasta luego,
San Agustín" pensando ya en las próximas fiestas, pues sólo
faltan 360 días para que vuelvan.
Vengo a deciros que disfrutemos de las fiestas, que es bueno
saborearlas con entrega y participando en todo lo que podamos. Los que
me conocéis sabéis que, año tras año, he procurado participar en el
mayor número posible de las actividades programadas, hasta que el
cuerpo aguanta, . . . ya cada vez menos. Hace muchos años ya, leí a
San Agustín una máxima que decía: "Una vez al año es lícito
hacer locuras". Interpretado adecuadamente, esta es la ocasión
para dar sentido al pensamiento de San Agustín; que cuando el consejo
viene de un santo... malo no ha de ser. Y mucho menos si fue San Agustín
quien lo dijo.
Niñas y niños, tirad de vuestros padres. Jóvenes, disfrutad al
máximo. Madres y padres, cuidado con los excesos. Mayores, lo que el
cuerpo os pida. Dar rienda suelta a vuestra espontaneidad y experiencia.
Disfrutad también al máximo de la fiesta, que tenéis más derecho que
nadie, porque este pueblo le habéis hecho vosotros antes que nosotros.
Nuestros mayores son una joya y una bendición para nuestras familias.
Reservémosles lo mejor.
Seguramente que a los pedrajeros que no puedan estar aquí estos días
les pasará lo mismo que a mí en Sacedón. Se preguntarán allá dónde
estén: ¿pero qué hago yo aquí si dónde tenía que estar es en
Pedrajas? Y los que estamos, los que durante todo el año luchan y viven
entre estas calles y los que vuelven buscando sus raíces, tenemos la
obligación de procurar hacer felices a nuestros visitantes.
No puedo terminar, porque también me grita dentro, sin hacer mención a
quienes protagonizaron la fiesta anteriormente y ya no están aquí. A
todos ellos; a mi madre, Aurorita, a la que casi todos conocisteis,
pedrajera de nacimiento y por los cuatro costados, que hubiera sido la
mujer más feliz del mundo al ver a un hijo suyo pregonando en su
pueblo; como digo, a todos, les mando, según ya dije tal día como hoy
hace siete años con motivo de la presentación de este mismo
acontecimiento, desde estos Jardines de Castilla, mi más emocionado
recuerdo; porque tengo la certeza de que nos estarán viendo y de que se
sentirán tan felices como lo somos nosotros ahora mismo.
Reinas salientes -Patricia, Verónica y Noelia- y reinas
entrantes -Isabel, Ana y Esmeralda-, con vuestra imponente belleza y
juventud, dar fuerza, alegría y colorido a estas fiestas de Pedrajas de
San Esteban de 2002.
¡Vivan San Esteban y San Agustín. Viva la Virgen de Sacedón.
Viva Pedrajas de San Esteban. Muchas
gracias. ***
Don
Juan Ramón Represa Fernández, nace en Valladolid el 6 de noviembre de 1951,
está casado y tiene 2 hijos. Desde su infancia, los periodos vacacionales están
ligados a Pedrajas, tanto es así, que solo cuenta un año en el que ha
faltado a San Agustín. Estudió en los Maristas de Valladolid y luego en los
Jesuitas de Madrid, hasta el ingreso en la Universidad Complutense donde
estudia Derecho. En 1983 empieza a ejercer la abogacía y hoy es un
prestigioso abogado que ejerce principalmente su actividad en Segovia.
|
Pedrajas de San Esteban (Valladolid) E S T I V A L 2 0 0 2 FIESTAS EN TIEMPOS PASADOS