Juan Merino Morejón nació en Pedrajas, el 8 de
febrero de 1926. Fueron sus padres Lorenzo Merino Arratia y Vítora
Morejón Rico. El señor Lorenzo había trabajado siempre en el pinar como
hachero, desroñando y labrando pinos, oficio aprendido de su padre,
llamado Julián Merino. Continuando con la tradición familiar, Juan se
dedicó durante toda la vida al oficio de hachero, formando cuadrilla con
sus hermanos, Lorenzo, Vicente, Julián, Fernando y Félix. Son conocidos
en Pedrajas como los Cañeros, dicen que por haber tenido un perro
al que llamaban Cañero. Luego la gente empezó a llamárselo
también a ellos.
Su padre y su abuelo fueron hacheros de los antiguos,
de ésos que sabían labrar a los pinos las cuatro caras con el hacha.
Para hacerlo bien trazaban unas líneas clavando dos puntas en los
extremos del tronco cortado; ataban en ellas los dos extremos de una
cuerda manchada de tinta, tensaban la cuerda, la soltaban y al golpear
contra el tronco, lo dejaba marcado con una raya que tenían luego que
seguir al labrar.
Juan empezó a cortar pinos ya de chico, con unos
trece años, manejando el hacha desde el principio. Durante la Guerra
Civil, recuerda estar cortando, cuando pasaban los aviones por encima de
los pinares a bombardear Valladolid.
Antes de empezar a cortar un pino lo primero era
mirarle bien para ver por qué lado tenía mejor caída. Después, se
daban unos cortes con el hacha por ese lado, en la parte baja del tronco,
y se empezaba a cortarlo con el tronzador de mano. Una vez el pino
en el suelo, lo pelaban con el hacha de dos bocas o cortes: una llamada
también boca, más ancha, usada para pelar los pinos; otra, de
corte menos ancho, llamada peto, para quitar los nudos que iban
saliendo. El hacha que conserva Juan la hizo Heliodoro Martín Martín, Lorina,
el herrero de Pedrajas. También las hacía muy bien el herrero y
carretero de Fuente el Olmo de Íscar. Cuando las hachas se gastaban
había que echarles acero nuevo, lo que se llamaban calzarlas. A
veces también cortaban luego el pino en trozas con el tronzador.
También hacían cárceles de leña con las
latas o ramas de los pinos. Para hacer cada cárcel clavaban dos
estacas en el suelo a siete pies de distancia una de la otra. Entre ellas
iban colocando las ramas de los pinos, cortándolas de unos 80
centímetros de largo. Las cárceles tenían unos 6 pies de altura. Al
principio ellos mismos hacían cárceles con la leña de los pinos que
cortaban; después, como no les gustaba mucho hacerlas, encargaban el
trabajo a otros. Llevaban la leña cortada hasta la cárcel echándola en
dos palos o ramas largas, aparentes, que ellos llamaban las parihuelas. Se
cortaban pinos albares y negrales. Se corta mejor el negral, es más
blando. El pino más grande que recuerda haber cortado estaba en el pinar
de Valviadero, que dio seis cárceles de leña. Lo cortaron entre todas
las cuadrillas que estaban trabajando en la corta.
Otra labor que realizaban era sacar tocones de
los pinos. Se quitaba la tierra cavando alrededor del pino, cortando todas
las raíces de los lados, hasta llegar al mengue o raíz principal
del pino, el corazón, que se cortaba. Se extraía el tocón, se le
limpiaba la tierra y se le cortaba, a modo de rodajas, en varios trozos
para que no fuera tan largo. Luego con cuñas de hierro de diferentes
grosores se iban rajando los trozos haciéndoles tarugos pequeños. Al
final se metía una madera gorda para que abriera la cacha del todo. Las
cuñas se golpeaban con mazas de encina. Después, se emplearon ya marras
de cinco kilos de peso. Uno de Pedrajas, Francisco González, el
Ataquinero, al que también llamaban Paco Piña, llevó a
Madrid, para leña de las calefacciones, muchísimos tocones de una corta
del pinar de Castrejón.
Han cortado pinos en muchos pinares. En Sanchidrián
estuvieron nueve meses cortando en los pinares de Moñivas y Pedro Mingo.
Cerca de Pedrajas, en todos los pinares, sobre todo en los de Castrejón,
en las cuatro partes en que estaba dividido, pertenecientes a don Pepe
Bocos, familia Mompín-Bocos, don Paco Bocos y familia Mañueco-Bocos. Han
trabajado para muchos contratistas: para los Oviedo, de Coca; para
Agustín Muñoz Sobrino, de Íscar; también para unos de Mojados que
llamaban los Perretas. Antes de empezar la corta, se ajustaba a
tanto el corte de cada pino.
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Hacheros de
Pedrajas.
Agachados, de izquierda a derecha: Lorenzo Merino Morejón,
Nicolás Álvarez Fernández, Vicente Merino Morejón y Juan
Merino Morejón. En pie, de izquierda a derecha: Fernando Merino
Morejón, Julián Merino Morejón y Albino Capa Arratia |
Vivían fuera de Pedrajas, en los pueblos más
cercanos a las cortas, pero no se quedaban a dormir en el pinar. Los
hacheros antiguos sí que lo hacían, dormían en unos chozos de ramera
sobre la cual echaban tierra y burrajo para no mojarse en caso de que
lloviera. Sí que comían en el pinar, el cocidito, garbanzos o alubias.
Lo primero que hacían nada más llegar al pinar era poner lumbre.
También llevaban una pequeña parrilla para asar el sumarro, trozos de
cerdo, las caretas, etc. Cada uno llevaba su bota de vino, también agua
en la botija. Se trabajaba de sol a sol, salías de cada de noche y
volvías a ella de noche. En una ocasión se pasaron toda la noche
cortando pinos. Los dejaron marcados con el hacha por la tarde y luego de
noche, a tientas, los iban tronzando. Es que al día siguiente venía el
ingeniero a poner las marcas en el tronco con el martillo y tenían que
estar ya cortados. Antes de hacer la corta se señalaban los pinos que se
iban a derribar. Se cortaba un trozo de roña y en la madera blanca que
asomaba se ponía el sello del pinar. Después de cortados, había que
contar los pinos que se habían tirado.
En Pedrajas había otras cuadrillas de hacheros: los
Toreros, Salustiano Alonso y sus hijos Justino y Agapito; el tío
Mauricio Sanz y su hijo Esteban; los Escoberos, Jacinto y Cesáreo
Capa.
OTROS TRABAJOS
Las cortas se realizaban en el tiempo del invierno. El
resto del año tenían que trabajar en otros oficios. De chico iban a
escardar, en cuadrillas, a quitar picos de las tierras, con una hoz y una
horquilla de madera. Con la horquilla sujetaban el pico y con la hoz le
cortaban por abajo la raíz. En verano a la siega, en cuadrilla, al
principio todos los hermanos con su padre, luego ya cada uno por su
cuenta. Ha segado en pueblos como Llano, Aguasal, Fuente Olmedo, Brahojos,
Ramiro...
Durante cuatro o cinco años trabajó en la yesera de
Amancio Salamanca como picador. Tuvo que dejarlo por tener daño en la
mano. Otro año bajó piñas para Julián, el Uve, y Ángel, el
Guindo, en un pinar de Torrecilla de la Abadesa. Los últimos 15 años
de su vida laboral trabajó en un molino de moler madera, Trima S.A.,
entre Íscar y Pedrajas.
LOS ESQUILADORES
Juan Merino está casado con Consuelo Rivera Portela,
de la familia de los Esquiladores, otro oficio tradicional. Sus
padres se llamaban Cándido Rivera Melgar, natural de Ventosa de la
Cuesta, y Emilia Portela Melgar, nacida en Pozaldez. Cándido vino a vivir
a Pedrajas, después de casarse, a trabajar como esquilador de machos y
burros, y en verano a segar. Se dedicó también algo al trato de ganado.
Desde Pedrajas emigraron a Marsella (Francia), donde estuvieron un par de
años. Después, la familia vivió en La Cistérniga y Tudela de Duero.
Dos de los hijos volvieron a Pedrajas: Eulalio, como esquilador, y
Consuelo, al casar con Juan Merino.
Carlos Arranz Santos.
Pedrajas, enero de 2007.
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