Texto: Jesús López Garañeda
Edición: Luis Miguel Rodríguez
Fotos: Jesús & Gerardo Abril
Casi sin tiempo, viniendo desde Cuéllar
de su fantástico y provechoso encierro, nos desplazamos hacia
Pedrajas que celebra a San Agustín de Hipona, el hijo de Santa Mónica
en sus fiestas patronales. La hora de comienzo del espectáculo
taurino en la calle había sido adelantado como consecuencia de la
celebración litúrgica en honor del Padre de la Iglesia.
Lo cierto es que deprisa y corriendo, sin apenas respiro llegamos a las talanqueras de Pedrajas, donde unos amables vecinos de allí nos hicieron hueco para permitir disparar la cámara fotográfica y recoger unas instantáneas de los ejemplares de los Hermanos Sánchez Herrero de Salamanca Con una temperatura más que agradable, la jornada festiva de Pedrajas de San Esteban se inició con los pasacalles y dianas de la banda de la Asociación Musical Perindola. A su término, cuando el reloj daba las diez, tuvo lugar el encierro urbano, en el que los utreros y cabestros cubrieron tres veces el recorrido que va desde la plaza de toros hasta los corrales de la calle Santana. El encierro apenas tuvo emoción por el cansancio de las reses y no hubo ningún percance. Casi de inmediato, pues la cosa fue vista y no vista por la premura del tiempo ya que las campanas repicaban en honor del Santo patrón, las gentes se fueron a vestir galas y trajes y honrar como es debido a San Agustín. Aprovechamos el momento, carpe diem como dice el clásico, para enfilar hacia Ataquines pues al mediodía se anunciaba un encierro de calle al que llegaríamos con tiempo suficiente, no sin antes hacer un alto obligado en la ciudad del caballero, donde a la abrigada de los soportales de su Plaza Mayor en el bar Mona Lisa y dando vista a la casa Consistorial y a una placa fijada en su fachada que señala el privilegio real para celebrar en ese recinto mercado franco todos los viernes, dimos cuenta de un almuerzo suculento y reparador hablando de toros. |