VIII MEMORIAL ELOY ARRIBAS

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ELOY ARRIBAS, MISIONERO DE PEDRAJAS

Pedrajas, 27 de junio de 2009

ACTO OFICIAL DE IMPOSICIÓN DEL NOMBRE "ELOY ARRIBAS" AL CENTRO DE CULTURA DE PEDRAJAS

PALABRAS DE SERGIO LEDO, ALCALDE DE PEDRAJAS

Pedrajas tenía una deuda con nuestro vecino, el sacerdote misionero Eloy Arribas. Eloy fue un pedrajero que representó los valores de tolerancia, solidaridad, generosidad y lucha por cambiar las condiciones de vida de los más desfavorecidos.

Aunque salió pronto de nuestra localidad, que le vio nacer y crecer, durante su estancia en Arequipa (Perú), llevaba siempre a Pedrajas en el corazón. Es realmente emocionante hablar con gente de Pedrajas que ha visitado Arequipa y ha comprobado in situ la labor que realizó Eloy en aquellas tierras y el cariño que guardan a su persona y a Pedrajas.

La concesión del nombre Eloy Arribas a este Centro de Cultura, aprobada el pasado 17 de marzo por el Pleno del Ayuntamiento de Pedrajas de San Esteban, no es más que un reconocimiento justo de todo el pueblo de Pedrajas a su testimonio, a sus cualidades humanas y, por encima de todo, a su labor pastoral con los más pobres.

No tuve la oportunidad de conocer y hablar personalmente con Eloy, pero estoy seguro de que estaría agradecido, ilusionado y emocionado por el reconocimiento que hoy le dedica su pueblo.

Espero y deseo que con este nombramiento su persona y su obra sea reconocida por las generaciones venideras y perdure entre nosotros el recuerdo de Eloy como una persona excepcional y como un buen pedrajero.

 

PALABRAS DE LA FAMILIA DE ELOY

Hay bautizos y bautizos. Los poderosos de la tierra, temerosos del olvido, aman perpetuarse en las piedras, en trozos de asfalto llamados avenidas, calles, bulevares. También se apoderan de plazas, de palacios, de pabellones, de teatros. Desde el letrero que señala que paseamos por el paseo del general patatín, o por la avenida del presidente patatán, nos recuerdan no quiénes son, no lo que han hecho para merecerse entrar en nuestra vida cotidiana, sino, sencillamente, quién manda aquí, o quién ha mandado. También ponen nombres de viejas glorias militares, deportivas, culturales, a calles y plazas. Se sienten orgullosos de ellos, más grandes, más importantes, como si el valor de los súbditos aumentara el valor de sus gobernantes.

Pero también hay bautizos de abajo a arriba. A los pobres, a los que trabajan para los demás, los que humilde y generosamente no encuentran su alegría más que en la alegría de los demás, la eternidad, lo que pomposamente se llama pasar a la historia, ese concepto tan importante para los poderosos, les importa simple y llanamente un bledo. No quieren ningún reconocimiento más allá del cariño de la gente con la que viven, no buscan ningún homenaje aparte del saludo cotidiano. Desgraciadamente para ellos, para su humildad, sus deseos, su voluntad tampoco pinta mucho en esta historia. Lo quieran o no, su obra, su trabajo por los demás, no les pertenece. No son ellos dueños de lo que representan, de su memoria, de su testimonio, que pertenecen ya al pueblo. No son ellos quiénes, pues, para decidir sobre su destino una vez han abandonado este mundo. Es el pueblo el que decide.

El pueblo de Pedrajas, a través de sus representantes democráticos, el Ayuntamiento, ha querido bautizar con el nombre de nuestro hermano Eloy, muerto ya hace siete años, esta Casa de Cultura y nosotros, sus hermanos, enormemente orgullosos, se lo agradecemos. Nuestro orgullo no es, o no quiere ser, en ningún caso el orgullo egoísta de quien se siente mejor, más importante, porque su hermano dé nombre a un espacio tan importante como esta casa, sino el "egoísmo" de quienes nos sentimos un poquito mejores por haber sido hermanos de una persona excepcional y porque, a través de su recuerdo, de su perpetuación, se recordará más que a su persona su obra, digna de admiración.

Creemos que a todos nos viene bien que cuando alguien, algún niño, algún forastero, pregunte quién era este Eloy Arribas, qué había hecho para que bautizaran con su nombre una Casa de Cultura, un centro de convivencia, los pedrajeros le puedan contar que fue un misionero de Pedrajas, uno que se fue joven a Perú y que, siguiendo la palabra del Evangelio al pie de la letra, dio su vida a los que no tenían nada. Ayudó a los pobres a construir sus casas, sus barrios, a dotarlos de servicios, a que alimentaran a sus hijos, a construir escuelas, guarderías. Y también trabajó para que fueran más libres, para que a través de la educación, de la emisora de radio que puso en marcha, la cultura entrara en todos los hogares. Les ayudó a vivir mejor. A ser mejores.

No sabemos si su ejemplo cundirá, sería lo ideal que inspirados por su vida, algunos se sintieran impulsados a imitarle, a trabajar por los demás, pero aunque así no fuera, que al menos el relato de su biografía nos haga saber a todos que en este mundo puede haber gente buena. Y eso también nos hará un poquito mejores. Por eso nos gusta que este centro se llame a partir de ahora como se llama, Casa de Cultura Eloy Arribas. Por eso se lo agradecemos de todo corazón al pueblo de Pedrajas, a su Ayuntamiento.

Muchas gracias.

Familia de Eloy Arribas

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ELOY ARRIBAS, MISIONERO DE PEDRAJAS

ELOY ARRIBAS, OCHO AÑOS DESPUÉS

Reyes Mate

El VIII Memorial "Eloy Arribas" tiene una significación especial al coincidir con la imposición del nombre "Eloy Arribas" a la Casa de la Cultura de Pedrajas de San Esteban por acuerdo de la corporación municipal. Es una decisión justa porque si la cultura es el cultivo de los valores civilizatorios o humanizantes que la especie humana ha ido conquistando a lo largo de los siglos, no está mal que la casa pedrajera de la cultura esté presidida por el nombre de alguien que encarnó ejemplarmente la bondad en el sentido machadiano de la palabra. Quiero agradecer de verdad vuestra presencia aquí pues no habéis venido a escuchar unas palabras u oír unas canciones, sino a mostrar vuestro reconocimiento a la persona y a la obra de un pedrajero excepcional, Eloy Arribas Lázaro.

En la historia de España que todos hemos aprendido en la escuela lo importante eran los nombres de los héroes, como Viriato, Don Pelayo o Agustina de Aragón; de los reyes como Isabel y Fernando, Carlos V o Felipe II, y las batallas: Lepanto, Bailén o Las Navas de Tolosa. Una historia de héroes y de gestas. Parece que la historia la hacen los héroes y la escriben los vencedores.

Debo decir que, por mi parte, nunca me lo he creído. La historia se hace de otra manera. A cada ser humano le toca alguna vez estar o ser testigo de un momento histórico –una guerra, una catástrofe, un incendio, un salvamento- y habrá entones constatado la diferencia que hay entre lo que él vio y lo que luego se cuenta o se escribe.

Fijaos en las grandes catedrales medievales: la de Segovia, la de Burgos o la de Ávila. Cuando uno las visita la gloria se la lleva el obispo que la mandó construir, el noble que la financió o el maestro que la construyó. Nadie se acuerda de los miles y miles de campesinos o albañiles que la hicieron, en un régimen de auténtica esclavitud. La historia no la hacen los héroes ni los reyes, sino ciudadanos valerosos, muchas veces anónimos, que son capaces de echarse a las espaldas la responsabilidad de cambiar la situación de miseria o de opresión o de injusticia en que se encuentran sus semejantes. Esos son los constructores de la historia, los que cambian su rumbo, los que mejoran el destino de un pueblo o de un barrio. Gente sencilla y muchas veces desconocida.

Eloy Arribas fue uno de esos arquitectos discretos que cambiaron el destino de mucha gente. Lo puedo decir hoy aquí no para engordar artificialmente su figura, sino porque he podido comprobarlo, lo he visto con mis ojos. Y de eso quería hablaros.

En el año 2004 tenía que asistir en Lima a un congreso de filosofía y aproveché la ocasión para ir a Arequipa, una preciosa ciudad peruana que yo sólo conocía por los libros. Pero no era la belleza de la ciudad –"la más española de las ciudades americanas", según dicen ellos- lo que a mi me atraía, sino la visita de una barriada periférica, al pie de un volcán, llamada Alto Misti. Allí había vivido y desempeñado su labor durante 30 años un cura pedrajero por el que yo sentía curiosidad. Le conocía desde niño y cuando venía de vacaciones y coincidíamos, intercambiábamos un par de frases o tomábamos una caña, prometiéndonos siempre encontrar un rato para hablar tranquilamente de lo que hacía. Ese rato nunca llegó porque un cáncer lo impidió. Me sentía en deuda con él y conmigo mismo. Con él porque le debía un tiempo de escucha que se merecía y conmigo mismo porque había perdido la ocasión de conocer mejor y "aprovecharme" de alguien que, en mi escala de valores, merecía la pena. Perdemos demasiado tiempo con cantamañanas que van de farol y perdemos las escasas ocasiones de enriquecernos con gente que es auténtica. Ahora tenía la ocasión si no de hablar con él, sí al menos de leer su vida en sus obras. Así que un día de enero del 2004 tomé un avión en El Cuzco para aterrizar en la blanca ciudad de Arequipa.

Digo que la ciudad no me era del todo desconocida porque de allí era uno de los personajes más fascinantes y más olvidados de la historia europea del siglo XIX por el que yo tengo particular predilección. Se llama Flora Tristán. Esta mujer, descendiente del último Virrey español del Perú, rompe con su clase aristocrática, es perseguida con saña por los poderosos y al final tuvo que emigrar como un paria a Francia. Abandonada por todos y en la miseria, supo aprender de sus desgracias y se convirtió en una especie de apóstol de la causa obrera, abogada de los derechos de la mujer, defensora de los emigrantes, látigo de los vicios privados y sociales de los poderosos, amiga de los pobres y consejera leal de todos aquellos nombres franceses, ingleses o latinoamericanos que en la Europa progresista del siglo XIX lideraban la lucha a favor de los desheredados de la tierra. Aunque en ese momento yo estaba dando vuelta a la idea de publicar sus escritos y rescatarlos así del olvido, no era Flora Tristán lo que me encaminó, digo, a Arequipa, sino el rastreo de las huellas que allí había dejado un hijo de este pueblo, Pedrajas de San Esteban.

¿Qué me encontré allí? Alto Misti es una población de unos 20.000 habitantes, situados en la ladera de un volcán, que sigue creciendo, siempre ascendiendo hacia el cráter que de vez en cuando entra en ebullición. Esta populosa barriada tiene calles y aceras, un tendido eléctrico desordenado y agua corriente. Tino, el cura peruano que ha sucedido a Eloy, me cuenta que quienes allí viven se consideran "una clase media baja", es decir, gente que tiene un techo, algún trabajo, pero que vive en un barrio con escuelas, asistencia médica.

Lo que veo es el resultado del trabajo de Eloy. Su nombre es omnipresente. Está en las bocas de la gente pero también en el centro escolar que se llama así o el polideportivo, asociado a la parroquia. Tino me cuenta que ha costado mucho esfuerzo llegar hasta allí. Lo que vemos no es obra del Ayuntamiento, sino creación de los vecinos, con Eloy a la cabeza.

Con un coche renqueante podemos subir hasta medio volcán, donde se asientan los últimos llegados. Es un lugar privilegiado, no sólo para tener una mirada panorámica del barrio, sino también de la historia de los últimos años. Los que ahora aparecen en la ladera del volcán, se parecen a los de hace treinta años. Veo una familia recién asentada. La pareja trae un niño en brazos y les acompaña un perro. Dejan sus pertrechos a un lado y con sus manos van levantando una pared, luego otra, hasta montar una chabola que se convierte en su casa. El único patrimonio que poseen son sus manos. Me cuentan que al día siguiente los padres bajarán a la ciudad en busca de trabajo. Dejan los niños pequeños al cuidado de sus hermanos menos pequeños y a veces al cuidado del perro que velará por ellos hasta que vuelvan. Así comenzó el barrio y hubo que luchar contra la policía para que les dejaran estar allí. Y luego hubo que movilizarse para conseguir agua y luz. Y después había que llamar a puertas de Alemania, Bélgica o España para conseguir una escuela, un ambulatorio. El problema, una vez construido el edificio o puesto en funcionamiento a la escuela, era mantenerlo. Pagar a los maestros, reponer los daños y alimentar mínimamente a los niños. Las escapadas de Eloy desde Pedradas a Europa o las ayudas de ONG como "Pedrajas solidario" tenían por finalidad mantener aquel esfuerzo que sólo se puede sostener gracias a la solidaridad de gente lejana.

Treinta años van desde las chabolas de los recién llegados hasta las casitas molineras del barrio actual. Ese paso de la vida infrahumana a la situación actual ha sido posible porque la gente que llegaba sin nada estaba dispuesta a luchar. Cuando yo me decía en voz alta "cómo saldrán adelante estos que llegan ahora sin nada", Tino me respondió: "Esta gente no tira la toalla. Lucharán y lucharán hasta salir adelante".

Me interesa señalar el coraje y la dignidad de este pueblo. Me recuerdan a los trabajadores españoles que yo veía en Francia y en Alemania en los años sesenta. Allí eran de los más pobres, no hablaban su lengua, se vestían menos bien, vivían en casas alquiladas que muchos alemanes no osarían. Era muy fácil, a la vista de esas circunstancias, juzgar a aquellos jóvenes que venían de Castilla, Andalucía o Extremadura por lo que tenían y no por lo que eran. Se puede tener poco y ser gran persona porque como dice El Principito "lo esencial es invisible a los ojos. Sólo se ve bien con el corazón".

Esta gente poseía coraje hace treinta años para salir adelante y los que ahora llegan también tienen tenían dignidad. Recuerdo a una familia que ya había levantado su chabola en medio de la ladera. De repente aparece una joven madre que agarra una escoba y se pone barrer lo que en otras circunstancias hubiera sido su acera pero que de momento era un pedregal polvoriento. Era imposible mantener aquello limpio y yo me preguntaba que por qué lo hacía. Entonces recordé el testimonio de los deportados judíos a los campos nazis de exterminio. Los nazis no sólo querían matar judíos, sino que estos sintieran que no formaban parte de la especie humana. Por eso los trataban como animales. Pues bien, aquella gente, aunque se supiera destinada a los hornos crematorios, luchaban por mantenerse dignos y así demostrar a sus carceleros que podían quitarles la vida pero no la dignidad. Y por eso se lavaban todos los días y se arreglaban en la medida de lo posible. En el gesto de lavarse, entonces, o en el de barrer ahora, como hace esta mujer indígena, se expresada el sentido de la dignidad.

Puede que a los más jóvenes de entre vosotros os resulte extraño, lejano, el dibujo de una España pobre. Pero no nos queda tan lejos. Hace unas semanas vi en la Dos de TVE una película reportaje sobre El Pozo del Tío Raimundo. Un par de jóvenes, hijos de una familia de clase media, como es la que ahora vive en ese barrio, quería recordar cómo fue aquello cuando llegaron los abuelos. Aquello era un secarral que se convertía en barrizal cuando llovía. Una señora contaba que ella llegó "con una tripa de chorizo y unos tomates". Venían del campo extremeño o andaluz sin nada. Construían con ayuda de los vecinos una chabola durante la noche, para que la policía no pudieran tirarla al día siguiente, y se iban a Madrid en busca de trabajo. Un día, de sol a sol, suponía 150 pesetas y los que lo conseguían eran unos afortunados. Esa España pobre era la de nuestros padres y la de vuestros abuelos.

También allí, en la periferia de Madrid, se construyeron escuelas, centros de formación profesional y algún ambulatorio. También allí hubo un líder social que encarnó la lucha por la mejora de aquella agente y era un cura, un jesuita, que se llamaba José María Llanos.

Cuando mirada aquel reportaje en la Televisión, recordé a Eloy. Había muchas similitudes entre ellos: una vocación de servicio, nacida de su vocación religiosa; una dedicación en cuerpo y alma a aquella causa, durante muchos años; una gente luchadora que les acompañó y les secundó en todo lo que hacían… en eso eran parecidos. Pero había una diferencia. El jesuita español venía de la clase alta, tenía mucha influencia en el régimen de los años cincuenta y consiguió movilizar a muchos jóvenes estudiantes y profesionales cualificados. Pero Eloy estaba solo. Era extranjero en El Perú y no tenía amigos poderosos en el gobierno. No tenía poder, sólo capacidad de convicción. Consiguió que los pobres se solidarizaran con los más pobres; llamó a muchas puertas que no le hicieron caso y supo ganarse a otros que si le ayudaron.

Eloy estaba solo frente a los poderosos pero rodeado de la gente del barrio. Para ellos, Eloy era desde luego el Padre Eloy, pero mucho más. Me di cuenta de ello enseguida. El día de mi llegada coincidía con el trigésimo aniversario de la ordenación sacerdotal del Padre Eloy y en la misa de la tarde quisieron recordarle. En un momento determinado el cura pidió a los asistentotes que hablaran de su trato con el que durante tanto tiempo había sido su párroco. Cuando acabaron no se le ocurrió otra cosa al bueno de Tino, el cura, que decir que allí había un paisano del Padre Eloy, del mismo pueblo, y me invitó a hablar. Me sentí un tanto contrariado pues yo no había ido allí a hablar sino a escuchar. Y así lo dije. Fue una gran imprudencia por mi parte porque al acabar la misa, ¡vaya si tuve que escuchar! La gente venía como si yo fuera el Padre Eloy y en eso se equivocaban. Unos me decían que querían venir a trabajar a España, otros que habían puesto en marcha una cooperativa y necesitaban máquinas; recuerdo a un grupo de mujeres que me llevaron a ver sus telares y me preguntaban cómo hacer llegar sus mercancías a España. Entonces comprendí que Eloy era su párroco, pero también su consejero, su confidente, una especie de alcalde de facto… y aquel a quien acudir cuando había problemas.

El barrio del Alto Misti respiraba gracias al oxígeno que les proporcionaba Eloy Arribas. Pero no sólo oxígeno para sus problemas materiales. Distintas asociaciones del barrio que pidieron que mantuviéramos un coloquio. Aquella gente sabía de qué hablaba. Desde la emisora Yaravi Eloy y Hugo habían hecho una gran labor cultural. Recuerdo con qué insistencia me preguntaban por la globalización económica y cómo esa expansión planetaria de los negocios les iba a afectar a ellos. No tuve el valor de decirles lo que pensaba porque eso hubiera significado reconocer allí, ante los pobres del Tercer Mundo, que ellos no contaban nada; que la globalización no significaba que todos los trabajadores tuvieran, por ejemplo, los derechos de los trabajadores de los países más ricos, sino que hasta ellos llegarían los productos del Primer Mundo y que lo tendrían que pagar a precio de oro aunque no les fuera de mucha utilidad.

Lo que yo entonces, año 2004, no podía imaginar era que la avaricia de los más ricos podría en peligro hasta la economía de los países más avanzados. No me imaginaba la crisis actual. Si en el año 2004 la distancia entre Perú y España era abismal, en el año 2009, muchos ciudadanos españoles, o norteamericanos o franceses empiezan a parecerse a aquellos peruanos.

Evidentemente lo que me planteaba aquella gente con la que yo debatía no eran sólo informaciones sobre la marcha de la economía en el mundo, sino que pedían ayuda. Nos necesitaban para salir del agujero. Pedían solidaridad. Pero lo que yo sentía en ese momento no era que teníamos la obligación de ayudarles sino que éramos nosotros los que les necesitábamos a ellos.

Quisiera aclarar esto. Nosotros tenemos de todo. A cualquiera de nuestros hijos o nietos les sobran juguetes, vestidos, regalos y atenciones. Los padres, si pasaron necesidad, quieren que a sus hijos no les falte de nada. Está claro que no les estamos haciendo más felices, ni les estamos educando para un mundo que será seguramente más duro, más competitivo, más impasible, que el que nosotros tuvimos.

Lo que tenemos que entender es que este mundo del consumo y del despilfarro es de muy pocos. Y que esos pocos pueden disfrutar de todo al precio de un desgaste colosal del mundo. El consumo de los países ricos puede acabar con el planeta y por tanto con la riqueza de los mismos países ricos. Estamos matando la gallina de los huevos de oro.

Pondré un ejemplo bien cercano: en Segovia hay como bien sabemos un acueducto histórico construido por los romanos hace más de dos mil años. Pues bien, en los años noventa hubo que suspender el tráfico entre sus arcadas porque en cincuenta años de coches se había dañado más a esas venerables piedras que durante dos milenios. El consumo desaforado está arruinando el planeta: hemos masacrado al mar, a sus aguas y su flora y fauna; hemos atentado al aire que respiramos con los gases que emiten los coches y las industrias; hemos sembrado la tierra de minas o hemos desertizado continentes enteros para explotar sus bosques más allá de lo razonable.

Para salvarnos necesitamos volver a la austeridad y nada mejor para comprender nuestro despilfarro que tener presente la situación de los que nada tienen y luchan por lo necesario. Por eso les necesitamos tener presentes. Lo nuestro no sólo es un abuso, sino una injusticia. Y desde luego habrá muchos ciudadanos de los países ricos a los que traiga al pairo eso de la justicia o de la injusticia, pero para aquellos a quienes importe la conciencia moral que sepan que para dormir con la conciencia tranquila no basta ser bueno con los de casa, sino que también tenemos que respetar el patrimonio común de la tierra y repartirle con los que nada tienen.

Quisiera terminar con las palabras de una mujer valerosa, la presidenta del Consejo Parroquial, que en el momento de partir de Arequipa y regresar a España, me entregó una carta que allí leyó en voz alta y que terminaba así: "Le suplicamos sea portador de nuestro recuerdo y respeto a la familia Arribas Lázaro; dígales que somos gente humilde pero grande en sentimientos; que somos muy querendones con quien supo darnos sus preocupaciones y amor... Dígales que somos muy soñadores y nos gusta engañarnos pensando que pronto volverá pues se marchó un día manifestándonos que volvería dentro de un mes y hasta hoy le seguimos esperando".

Decía esta mujer peruana que le siguen esperando. Pero Eloy ya no está físicamente, por eso es a nosotros a los que esperan.

Esperan nuestra ayuda para salir de la miseria.

Esperan que nuestra amistad les anime en la lucha por la vida.

Esperan nuestro cariño para sentirse reconfortados en sus sufrimientos.

Todo eso –ayuda, amistad, cariño-se lo daba Eloy a manos llenas.

Y algo de todo eso podemos dárselos entre todos nosotros.

Reyes Mate.

Pedrajas de San Esteban, 27 de junio del 2009.

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ELOY ARRIBAS, MISIONERO DE PEDRAJAS

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UNA MIRADA ÉTICA A LA CRISIS

 

Antonio Cabrejas Martín

**

     La crisis económica mundial actual puede ser y es analizada desde muchas y variadas perspectivas pero, si se la quiere afrontar y enfrentar con sinceridad para superarla positivamente, o sea, con el deseo y la voluntad de eliminar sus consecuencias negativas como son, sobre todo, el desempleo y el consiguiente empobrecimiento de millones de personas, hay que ir a sus causas, pues los efectos se corrigen corrigiendo las causas (según el principio filosófico de que todo efecto tiene sus propias causas).

     Y, al respecto, se dice que las causas de esta crisis son muchas y también variadas: técnicas (de manejo económico), políticas (de decisiones políticas, con frecuencia ideológicas) y éticas.

     La mayor parte de nosotros  creemos  que, en realidad,  estas son las causas últimas o más profundas de la crisis, son las que más nos preocupan y, sin duda, las  que están más a nuestro alcance para poder contribuir a la salida de la crisis.

      Lógicamente no se puede, en este caso, hablar de causas y no de causantes pues, aunque haya leyes (matemáticas) o "del mercado", que  los hombres no pueden modificar o que no dependen de su voluntad, en su mayoría son el resultado de decisiones de autoridades o poderes económicos o políticos (tanto de "derechas" como de "izquierdas") cuyas motivaciones no siempre son el bien común (que es lo correcto y ético en política) sino  intereses particulares, familiares o de grupos, y habrá que atacar a todas estas causas para enfrentar la situación.

     Los partidos políticos "de izquierda", desde una perspectiva ideológica, por supuesto culpan de inmediato "a la derecha";  así se lavan las manos y eluden sus responsabilidades pero esto tampoco es ético. Los gobiernos "de izquierda" que han gobernado o gobiernan actualmente, no están libres de decisiones erróneas, contrarias a su propia ideología, ni tampoco libres de la corrupción, y les falta autocrítica… 

El análisis y compromiso de la Iglesia ante la crisis económica global  

     Los realiza desde su Doctrina Social  (ético-moral). Esta crisis está relacionada con la justicia social (legal y distributiva) que establece claramente que toda injusticia es un robo y que todo robo, en cualquiera de sus formas, por más sofisticado, global y legalizado que sea, constituye una injusticia que hay que reparar, y esto corresponde hacerlo a cada uno (instituciones, autoridades, etc.) en la medida de sus responsabilidades.

     La Iglesia, mejor dicho el Magisterio de la Iglesia, es buena y aguda en sus análisis de los problemas sociales y sus causas pero,  en cuanto a su capacidad de incidencia en las decisiones políticas y económicas está limitada puesto que no es el campo directo de su competencia y acción. Tiene poder en la medida en que influye en sus miembros laicos que actúan directamente en el campo político y económico, pero estos no son todos ni los más poderosos o están, a su vez, condicionados por corrientes ideológicas o fuerzas y políticas con otros intereses. La acción de la Iglesia incide, puede y debe hacerlo, en el campo de la conversión personal de las personas  para que actúen con visión social y comunitaria y no movidos por intereses personales.

     Es claro, por tanto, que la crisis afecta a todos en mayor o menor medida. El problema es para todos y todos debemos contribuir a su solución. Es cierto que hay causantes o responsables más grandes y no es justo que paguen la solución de la crisis quienes no la han causado o se lleven la peor parte, pero la situación y el problema es demasiado complejo como para decir que los causantes son unos solos  y que solo ellos tienen que solucionar el problema.

     Por otra parte, la llamada "Iglesia de base" o muchas  bases de la Iglesia, están implicadas y apoyando fuertemente la lucha por un nuevo orden económico mundial convencidos de que realmente "otro mundo es posible". Es aquí donde nosotros podemos y debemos implicarnos desde nuestra situación concreta social y profesional.

     En medio de la maraña de intereses, crisis y proyectos no podemos olvidarnos del hombre que sufre. Detrás de las palabras técnicas es preciso descubrir los rostros concretos del dolor.

     Los que vivimos al amparo de la ética y/o de la fe soñamos con un mundo infinitamente mejor: no solo más equilibrado en los balances, sino más humano en sus latidos y proyectos solidarios.

      "Pedrajas Solidario" con su accionar es un granito de  arena en la construcción de este mundo mejor. Tiene por delante un amplio campo de formación y concientización y ampliación de sus miembros, sobre todo entre los jóvenes.

P. ANTONIO CABREJAS O. P.

Baños (Ecuador), junio de 2009.

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ELOY ARRIBAS, MISIONERO DE PEDRAJAS

ANEXO

  
     Pero no sólo la Iglesia Católica, sino el resto de confesiones cristianas y de religiones manifiestan un empeño común por buscar soluciones efectivas y duraderas, basadas -y en este punto insisten todos- en un nuevo modelo económico ético cuyo eje sea la dignidad de la persona, especialmente de los más débiles.

     "La crisis económica actual revela una crisis espiritual y una falsa jerarquía de los valores...La falta de responsabilidad que ha conducido a esta situación no es solo atribuible a banqueros y mercado sino a los responsables políticos que hicieron promesas más allá de los compromisos que realmente querían asumir, como por ejemplo los Objetivos de Desarrollo del Milenio" (Adrianus van Luyn, Presidente de la Comisión de Episcopados de la Unión Europea).

     Es necesario un marco ético y jurídico adecuado para que la economía pueda funcionar de modo eficaz y realizar su función social, y, puestos a preparar un crecimiento renovado, será esencial poner un foco de atención sobre los más desfavorecidos de la sociedad. "Si no ponemos en marcha políticas que den valor a los talentos de los más vulnerables, los marginados se encontrarán, cuando acabe la recesión, aún más marginados y la sociedad se verá todavía más frágil" (Diarmuid Martin, Arzobispo de Dublín).

     Hay que apelar a la "educación en la responsabilidad" dirigida a todos los niveles (agentes financieros, empresarios autoridades públicas, sociedad civil…) y que se fundamente en los principios de la Doctrina Social de la Iglesia: el bien común universal, el reparto universal de los bienes y la prioridad del trabajo sobre el capital (Miloslav Vlk, Arzobispo de Praga)

     "A medida que avanza la crisis, cada vez se pone más de manifiesto que ha llegado el momento de conciliar la administración económica con nuestros valores éticos fundamentales en los que se ha basado el proyecto europea durante los últimos 50 años. Debemos reforzar los valores para hacer frente a esta crisis, especialmente el valor de la solidaridad y justicia social, valores que son muy importantes en la tradición europea" (José Manuel Durao Barroso, Presidente de la Comisión Europea)

     La Conferencia de Iglesias Europeas considera que "la crisis es más profunda de lo que los análisis de la UE sugieren por el momento''', que las medidas tomadas "no resuelven el problema sino que simplemente tratan los síntomas" y que no son "ni duraderas, ni éticas ni aceptables". "Estimular el consumo no hará sino Incrementar las desigualdades existentes, acaparando los recursos naturales, causando daños irreparables al clima del planeta y destruyendo la biodiversidad natural".

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POR SIEMPRE TU VOZ… ELOY

Canción

Música y letra de Julio E. Ortega Gálvez.

Arequipa (Perú), 2002.

 

En mi tierra hoy se canta una canción,

es la historia de un hombre que llegó,

que siguió los pasos del Señor,

reuniendo un pueblo en comunión

y nos enseñó a buscar la solución.

 

Él es el líder de un propósito de paz,

compañero y amigo de la libertad;

con su voz llegó hasta aquel rincón

donde el preso implora su perdón

con la voz de la esperanza que brindó.

Óyelo, hoy se escucha tu voz,

eh, padre Eloy, óyelo con más fuerza,

en tu canción se gritará

y en el eco de tu voz encontraré

la esperanza, justicia y libertad (bis).

Hoy los niños en la escuela cantarán

y con palmas los ancianos llegarán,

todo joven que a tu lado está

compartiendo ratos sin final,

sabe bien que a buen amigo encontrará.

Los domingos en la iglesia te veré

alentando a un pueblo que viste nacer,

buen amigo tú siempre serás,

el hermano que lleva al lugar

la esperanza y alegría sin igual.

Hoy mi pueblo se reúne en oración

por aquel hermano que ayer partió.

Padre Eloy, tu fuerza quedará

en los hombres que ahora lucharán

por seguir ese camino de verdad.

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ELOY ARRIBAS, MISIONERO DE PEDRAJAS

Más información sobre ELOY ARRIBAS EN:

V MEMORIAL ELOY ARRIBAS

INAUGURACIÓN DEL MONUMENTO A ELOY ARRIBAS EN AREQUIPA (Perú)

http://www.pedrajas.net/pedrajas/NOTICIAS/2002/PRIMAVERA/ELOY.htm 

http://www.pedrajas.net/pedrajas/NOTICIAS/2002/INVIERNO/pedrajassolidario.htm 

Noticias - CNR

Y para cerrar la ceremonia, el cuarto premio "Eloy Arribas Lázaro" fue concedido al reverendo padre Francisco Muguiro, director de Radio Marañón de Jaén, ...
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