PREGÓN DE LAS FIESTAS DE SAN ESTEBAN Y SAN AGUSTÍN DEL AÑO 2002

PRONUNCIADO POR DON JUAN RAMÓN REPRESA FERNÁNDEZ

Pedrajas de San Esteban, 2 de agosto de 2002

Foto J & J Audiovisuales -  Pedrajas

           Señor Alcalde, autoridades provinciales, regionales y nacionales, concejalas y concejales, reinas de las fiestas 2001 y reinas de las fiestas 2002, pedrajeras y pedrajeros, amigas y amigos, buenas tardes a todos.

            Enorme suerte la mía al corresponderme este año pronunciar el pregón de las fiestas de San Esteban y San Agustín. Con el máximo de los gozos y la máxima humildad asumo esta enorme responsabilidad. Pienso que es más difícil ser pregonero en tu tierra que pregonar en la ajena. Hecha la oferta para ser pregonero y aceptada sin vacilación alguna, hube de plantearme un argumento o hilo conductor para mi intervención. Y la vena que con más fuerza ha aflorado ha sido

la de recolectar en un papel todos esos motivos que con regularidad se apiñan como espigas en el quehacer diario. y, aunque no lo parezca, no me ha resultado nada fácil.

            Dicen que las palabras se las lleva el viento; pero también se dice que la palabra fue el principio de toda la creación. Yo quiero que las mías, en esta tarde de agosto, alcancen la fuerza necesaria para crear amistad y unión. Así lo espero y deseo. Los recuerdos no deben morir nunca. Es necesario rescatarlos, pues son, en definitiva, el árbol recio y antiguo de nuestras tradiciones. El poeta Ramón de Campoamor decía que "vivir es ver pasar", y el prosista Azorín le corregía más tarde afirmando que "vivir es ver volver". Personalmente me quedo con el pensamiento del escritor levantino Azorín. Sí. Poder esperar la vuelta de retazos de nuestra vida, de personas y paisajes, de costumbres y modos. ¡Ojalá fuera posible el retorno de otros años!: el re encuentro de ambientes perdidos; la vuelta de aquel amigo que se perdió; la vuelta a la vieja casa de nuestra infancia; al primer libro leído; al aula de la escuela; al olor del pan guardado en el arcón; a la ingenuidad y a la buena fé. Vivir es ver volver. Afortunadamente en la juventud se retoman valores que hasta hace poco han sido despreciados. Los jóvenes inclinan su curiosidad hacia un pasado que les grita en la sangre. Después de una pérdida, desde mi punto de vista, desmedida, vemos volver inmutables valores y conceptos. ¡Cuántas cosas quisiéramos ver volver!  

            Como casi todos vosotros y también con vosotros recuerdo aquél Pedrajas de mi infancia. ¡qué recuerdos que quisiera ver volver! Tuve la gran suerte de pasar un invierno aquí y asistir a clase en la vieja escuela, dónde ahora se encuentran la clínica municipal y el hogar Betania. Es un recuerdo imborrable; don Justi, el maestro; aquellas escuelas que tenían separados los patios y las aulas en chicos y chicas; don Victoriano, el cura, serio, fiscalizador e inmutable; aquellos caces que corrían, más bien poco, pero corrían; el abrevadero; la rubia de Paco; aquella Plaza Mayor de tierra que nos parecía enorme cuando jugábamos a "perros y liebres", regada en ocasiones por el malhumorado, pero noble y bueno, "Emilio el pregonero". Los inocentes guateques en los que era un reto arrimarte a una moza; aquellas variopintas tiendas en las que lo mismo se vendía el bacalao cercenado por aquellas guillotinas escalofriantes, como el aceite medido a émbolo, alpargatas, puntas o parches para arreglar los pinchazos de las bicis. Como veis, nada se ha inventado con las grandes superficies de ahora; esto ya lo habían ideado nuestros antepasados. Aquellos talegos o cestas con cangrejos del Eresma. Las piñas asadas al amor de la lumbre baja, fruto del pino, el árbol más antiguo y significativo de este pueblo, cuyo desarrollo ha dependido en gran parte de él, del árbol primigenio de Pedrajas.

               ¡Qué alegría nos producía la aparición en la Plaza Mayor de los primeros carros con los maderos y tablones para hacer el atalancado y los "tablaos" y que aprovechábamos para hacer enormes columpios; el ruedo, el toril, aquellas correderas que cerraban la plaza. Las excursiones al río, en bici o andando, a nuestro lugar preferido "el vao". La llegada del verano era para nosotros lo más grande e importante que nos podía ocurrir porque la época estival giraba principalmente en torno a Pedrajas. ¡Qué suerte que nuestros mayores también fueran de aquí! y qué inolvidables veranos. Vivo abrazado a mis innumerables recuerdos de la infancia y casi todos ellos de aquí, de esta tierra, de Pedrajas. Mi familia de sangre, mis amigos, mi gran familia pedrajera. San Agustín, San Esteban y, sobre todo, la Virgen de Sacedón, fiesta entrañable a la que desgraciadamente, por circunstancias familiares y profesionales, no siempre puedo asistir¡ pero mi cabeza y mi corazón están aquí. Ese día, lunes de la Pascua de Resurrección, esté dónde esté, se apoderan de mí los recuerdos, la nostalgia, las imágenes de mi familia, de mis amigos y de mi tierra. Todo ello me hacepreguntarme ¿pero qué hago yo aquí si dónde tenía que estar ahora mismo es en Sacedón?; pero, como digo, las circunstancias obligan. Eso sí, la salve pedrajera, cada día de Sacedón es canturreada por este pedrajero esté dónde esté.

               Resulta agradable evocar personajes, oficios y paisajes que con nostalgia quisiéramos ver volver: la figura del herrero en su fragua, arreglando carros con olor a cereal; el herrador, al que esperaban su turno las mulas y rucios o garañones aliviados de serones y aguaderas; el pregonero municipal, anunciando por las esquinas los más importantes acontecimientos que iban a suceder -hasta incluso el pago de las tasas-, el esquilador, los yeseros, las carboneras que traían al pueblo en el otoño el olor a casca quemada, etc. Por todo eso digo que vivir es ver volver. Muchos recuerdos me dejo, y quiero que cada uno de vosotros rellenéis este hueco con vuestras propias vivencias. 

        Año tras año llegaba San Agustín, con la cosecha en el granero, tras las penurias propias del faenar agrícola, la siega a hoz y la trilla a trillo, en el que la mujer castellana tomaba un protagonismo especial porque su reciedumbre la hacían singularmente valiosa: la crianza de los hijos, atender el hogar, la atención del ganado, lavar las ropas en el río, cavar la huerta, labrar las tierras. Todo giraba en torno a ella. Hay un sucedido de la zona sureste de Castilla la Vieja que da idea del "temple" de esta sacrificada mujer castellana: un caluroso día de junio, un grupo de hombres se desplazaba andando a la feria de un pueblo cercano. La tierra estaba dura y reseca. De pronto vieron a una mujer que araba trabajosamente en una tierra. Se dijeron entre ellos:  

-Vamos a echarle una mano a esta pobre mujer que lo está pasando mal-.
-señora, ¿nos deja echarle un surco?
La dura labradora para la yunta y dice:

-¡Ay, señores, sí que está el terreno como para hombres!

         Pero bueno, yo vengo a anunciaros la fiesta, San Esteban y San Agustín, las celebraciones religiosas en torno a nuestros santos patronos, el "agua va", los encierros y novilladas, la madrugadora vaquilla del empiñonado, las dianas y pasacalles (acto diario de enorme importancia que recomiendo especialmente), las verbenas y las tradicionales sesiones de café, y llegar al "hasta luego, San Agustín" pensando ya en las próximas fiestas, pues sólo faltan 360 días para que vuelvan.

         Vengo a deciros que disfrutemos de las fiestas, que es bueno saborearlas con entrega y participando en todo lo que podamos. Los que me conocéis sabéis que, año tras año, he procurado participar en el mayor número posible de las actividades programadas, hasta que el cuerpo aguanta, . . . ya cada vez menos. Hace muchos años ya, leí a San Agustín una máxima que decía: "Una vez al año es lícito hacer locuras". Interpretado adecuadamente, esta es la ocasión para dar sentido al pensamiento de San Agustín; que cuando el consejo viene de un santo... malo no ha de ser. Y mucho menos si fue San Agustín quien lo dijo.

         Niñas y niños, tirad de vuestros padres. Jóvenes, disfrutad al máximo. Madres y padres, cuidado con los excesos. Mayores, lo que el cuerpo os pida. Dar rienda suelta a vuestra espontaneidad y experiencia. Disfrutad también al máximo de la fiesta, que tenéis más derecho que nadie, porque este pueblo le habéis hecho vosotros antes que nosotros. Nuestros mayores son una joya y una bendición para nuestras familias. Reservémosles lo mejor.  

      Seguramente que a los pedrajeros que no puedan estar aquí estos días les pasará lo mismo que a mí en Sacedón. Se preguntarán allá dónde estén: ¿pero qué hago yo aquí si dónde tenía que estar es en Pedrajas? Y los que estamos, los que durante todo el año luchan y viven entre estas calles y los que vuelven buscando sus raíces, tenemos la obligación de procurar hacer felices a nuestros visitantes. 

      No puedo terminar, porque también me grita dentro, sin hacer mención a quienes protagonizaron la fiesta anteriormente y ya no están aquí. A todos ellos; a mi madre, Aurorita, a la que casi todos conocisteis, pedrajera de nacimiento y por los cuatro costados, que hubiera sido la mujer más feliz del mundo al ver a un hijo suyo pregonando en su pueblo; como digo, a todos, les mando, según ya dije tal día como hoy hace siete años con motivo de la presentación de este mismo acontecimiento, desde estos Jardines de Castilla, mi más emocionado recuerdo; porque tengo la certeza de que nos estarán viendo y de que se sentirán tan felices como lo somos nosotros ahora mismo.

       Reinas salientes -Patricia, Verónica y Noelia- y reinas entrantes -Isabel, Ana y Esmeralda-, con vuestra imponente belleza y juventud, dar fuerza, alegría y colorido a estas fiestas de Pedrajas de San Esteban de 2002.

       ¡Vivan San Esteban y San Agustín. Viva la Virgen de Sacedón. Viva Pedrajas de San Esteban.  

Muchas gracias. 

 ***

    Don Juan Ramón Represa Fernández, nace en Valladolid el 6 de noviembre de 1951, está casado y tiene 2 hijos. Desde su infancia, los periodos vacacionales están ligados a Pedrajas, tanto es así, que solo cuenta un año en el que ha faltado a San Agustín. Estudió en los Maristas de Valladolid y luego en los Jesuitas de Madrid, hasta el ingreso en la Universidad Complutense donde estudia Derecho. En 1983 empieza a ejercer la abogacía y hoy es un prestigioso abogado que ejerce principalmente su actividad en Segovia.

 

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