RECUERDOS DE LA FIESTA DE MI PUEBLO

José Mª Martín Sanz

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Madrid, 28 de agosto de1995…. Son las 4 de la mañana, hace una noche muy agradable y hay un jodido mosquito tocándome las narices que hasta que no le he partido la cara no nos hemos quedado a gusto los dos.


Hoy es San Agustín, el Patrón de mi pueblo, Pedrajas… ¡qué tiempos!, a lo mejor me animo y me doy una vuelta por allí…mi pueblo, ¡un bonito pueblo…!

 


Recuerdo que de pequeño, estábamos esperando todo el año este día, era impresionante ver los preparativos que todo el mundo hacía para estos días. Claro verlo desde la óptica de un niño. Por cierto, un niño muy espabilado, posiblemente demasiado espabilado… (Ya escribiremos algún día sobre esas cosas, cosas muy sabrosas y lujuriosas).


San Agustín para nosotros (los chicos) era como la final de la liga para los chicos de ahora. Ya en el mes de junio empezábamos a preparar las peñas donde los amiguetes se reunirían e intentarían llevar a las chavalas a tomar vinos….


Los padres a las tareas del campo, las piñas... ya que San Agustín era punto de partida y final de dichas tareas; Recuerdo que se decía: antes de San Agustín….. después de San Agustín…..


Las madres pues a preparar las gallinas, los parros y otros bichos, las pastas y bollos…. para que en esos días no faltara de nada en la mesa, ni a los posibles invitados que siempre se presentaban en el momento de la comida.


Nosotros, los chavales, encantados porque tenían que ser muy rácanos los invitados, para no darnos una propina… que pedíamos, claro, a todo el que se presentaba a la mesa y a todo pariente que se preciara, tirándoles del pantalón y abriendo la mano. Todo era poco para gastar en los baratillos, en los cartones de la Sra. Dona y todo lo que se nos ocurriera.


También en estos días estrenábamos las ropas y los zapatos. Jolín…había que estar dos meses esperando para estrenar los zapatos…. Había quien no se aguantaba y buenos sopapos se llevaba.

 

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LOS TABLAOS
 

En esos días, en la plaza del pueblo, el Ayuntamiento adjudicaba al mejor postor, los “tablaos”. Su construcción era muy curiosa: a base de tablones de maderas, preparaban unas plataformas ocupando casi tres cuartas partes de la Plaza Mayor, y de alto como dos a tres metros. (A los chicos nos gustaban estos momentos porque la plaza se llenaba de tablones de madera, con los que hacíamos columpios, cruzando unos con otros, y nos lo pasábamos bomba)…En la parte de arriba, encima de la plataforma se ponían bancos construidos con el mismo material, y allí se sentaba el personal. Debajo, en la parte exterior, lo llenaban todo de rollizos de madera verticales con el espacio suficiente entre ellos para que pasara una persona pero no un toro. (Estos rollizos, aquí ubicados, se llamaban “talanqueras”). Así que cuando se equivocaban de medida de espacio entre talanquera y talanquera, o el toro tenía los cuernos un poco estrechos y se colaba entre ellas, ¡menudo follón se armaba!


El sistema de soporte de la plataforma era de vigas de madera cruzadas, entrelazadas y clavadas. Esto provocaba que el espacio debajo de los tablaos fuera un bosque de vigas, postes, etc….. y cuando un toro se colaba se “armada la de Dios”, la gente salía corriendo en estampida y el toro detrás tirando cornadas a diestro y siniestro…. ¿Se puede uno imaginar cómo se podía correr entre esas marañas de postes y vigas?


Cuando todo era normal, si se puede llamar normal a esto, pues pasaba lo siguiente: El toro salía y la gente metida entre las talanqueras con unas varas de fresno verde y de todo tipo de maderas, que no se rompían ni queriendo, según pasaba el toro desafiando al que quisiera hacerle frente, le soltaban tal cantidad de palos…. que el pobre animal, yo creo que se preguntaba: ¿Pero qué he hecho yo para merecer esto?
 


Bueno, pues desde arriba del tablao la escena parecía como que el toro era un felpudo y que todo el mundo colaboraba en quitarle el polvo….era impresionante….Ahora lo recuerdo y me parece bestial, y sin embargo para nosotros… era normal!


Cuando el toro estaba un poco cansado y molido a palos, la gente, sobre todo los mozos…¡ale! a darle cortes… y así demostrar ante todo el pueblo y forasteros lo valiente que éramos….


Pero había veces que no salía tan bien la cosa: alguno que había bebido más de la cuenta y se sentía muy macho pues…¡ale!... a darle unos cortes al toro, o simplemente a verle desde más cerca. Pero…el toro que estaba con toda la razón del mundo de muy mala leche y con ganas de pagarlo con alguien… y el borracho que creía que podía correr porque era muy macho….¡pues ya estaba liada la historia! Los más espabilados y ágiles salían corriendo y el toro detrás de ellos… el borracho que no tenía tiempo ni reflejos para pensar…. se encontraba con lo que tenía que pasar: el borracho por el suelo, con el culo al aire, desencajado, tirándose pedos…. y buscando a la gente con la mirada como podía para que le echaran una mano….


…Las mujeres gritando en el tablao y la mayoría de las veces meándose de risa. Entonces más de uno de los que estaban debajo, en las talanqueras, salían de muy mala leche con alguna chorretera en la chaqueta, camisa.... y apuntando con el palo hacia el tablao, con cara de pocos amigos…. es entonces, cuando las mujeres, sí que se reían con ganas, ahora sí que tenían de qué hablar todo el año…. ¡Qué tiempos!

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LOS ENCIERROS……


¡Que viene el toro… que viene el toro!

(De esto hablaré otro día).

José Mª Martín Sanz

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